La Air Training School no logra despegar en la capital de la Plana y cierra sus puertas apenas un año después de ser inaugurada
Parecía un negocio de altos vuelos, pero nunca llegó a despegar. La Air Training School de Castellón, la primera y única escuela de auxiliares de operaciones aeronáuticas y tripulantes de cabina de pasajeros de la provincia, ha echado el cierre después de un año de aventura. Y es que sus directoras se cansaron de esperar a la puesta en marcha del aeropuerto, un requisito casi casi indispensable para que su negocio levantará el vuelo de forma definitiva. La falta de interés de las administraciones públicas por un proyecto capaz de formar a los futuros empleados de la infraestructuras tampoco ayudó.
«No podíamos aguantar más», confiesa Pepa Ruiz, corresponsable de la escuela, a LAS PROVINCIAS Castellón. Ella y su socia, Vanessa Coll, llevaban desde finales de 2011 luchando para sacar adelante un proyecto que dependía fundamentalmente de la apertura de un aeropuerto que creían «inminente». La infraestructura, que había sido inaugurada unos meses antes, parecía que no tardaría mucho en despegar.
Sin embargo, los aviones no llegaron nunca a Vilanova d’Alcolea y, por tanto, tampoco lo hicieron los alumnos a la Air Training School, sita en la avenida Hermanos Bou número 19 de la capital de la Plana. «La gente tenía muchas dudas y prefirió esperar a tener claro que este podía ser un trabajo con futuro en Castellón», lamenta Pepa.
Pero los continuos retrasos del aeropuerto no han sido el único obstáculo que se ha encontrado la primera escuela de vuelo de la provincia en su ruta hacia el éxito. La falta de acuerdos con la gestora de la infraestructura, Aerocas, y con las distintas administraciones públicas también ha dificultado la travesía de la Air Training School.
«No hemos recibido ningún tipo de ayuda ni apoyo. Al contrario, todo lo que podía salir mal, ha salido mal. Nos han puesto muchas trabas en todos los sentidos», explica decepcionada la ya exdirectora del centro castellonense, quien critica que ni el Ayuntamiento, ni la Diputación, ni, por supuesto, la Conselleria se hayan interesado en lo más mínimo en un proyecto cuyo objetivo era formar a los futuros trabajadores del aeropuerto. Un aeropuerto en el que Pepa no confía en absoluto. «Ha sido una estafa a gran escala. Dudo mucho que llegue a funcionar», sentencia.
«Nuestra intención -recuerda esta empresaria en paro- era que nuestros alumnos pudieran hacer las prácticas en la infraestructura de Vilanova de l’Alcolea y, con el tiempo, llegar a convertirnos en su fuente de abastecimiento de profesionales». Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos realizados por Pepa Ruiz y su socia, «las negociaciones nunca llegaron a buen puerto». «Desde Aerocas no han dado señales de vida. Ha sido tremendamente frustrante», confiesa.
No obstante, lejos de rendirse, las directoras de la Air Training School se decantaron por llevar a cabo una ronda contactos con empresas que ya operaban en aeropuertos que sí funcionaban -como por ejemplo el de Manises, en Valencia y el de Reus, en Tarragona- con el fin último de cerrar acuerdos para que sus alumnos tuvieran garantizada la oportunidad de llevar a cabo prácticas profesionales.
Nada de esto sirvió, y la primera empresa surgida en Castellón para aprovechar el ‘tirón’ del aeropuerto ha acabado cerrando antes de que los aviones surquen el espacio aéreo provincial. «Ha sido una pena, pero no podíamos aguantar más».
«Parecía un negocio seguro»
«Teníamos muchos gastos y pocos beneficios», lamenta Pepa, quien aún así dice no arrepentirse del todo de su aventura. «Cuando abrimos nos pareció una gran idea, un negocio seguro, ya que Castellón no contaba aún con un centro de formación de azafatas y auxiliares de operaciones aeronáuticas. Era entonces o nunca», apunta.
Ahora, esta exinstructora de vuelo y exempresaria sólo confía en que si algún día despega el aeropuerto de Vilanova -cosa que duda- y otras personas deciden abrir una escuela de vuelo similar a la ya extinta Air Training School, «cuenten con más apoyos que nosotras». Y es que aunque han sido muchos los factores que han motivado el cierre de este centro pionero en la provincia, la falta de implicación de las distintas administraciones públicas es uno de los principales.
La omnipresente crisis, claro está, también ha contribuido, pues pocos jóvenes estaban dispuestos a pagar los cerca de dos mil euros que costaba participar en un curso de formación sin la garantía de que les sirviera para encontrar un empleo