Fomento recupera el petróleo de un barco hundido en 1937

En tan sólo una semana Salvamento Marítimo ha bombeado 200 m3 de los 1.000 que almacena en su interior el Woodford. Este petrolero británico afondado frente a Castellón amenaza con contaminar el Parque Natural de las islas Columbretes. La única base de datos realizada sobre naufragios afirma que hay más de 8.500 barcos potencialmente peligrosos en el  mar.

El petrolero Woodford descansa en el fondo marino desde 1937. Podría quedar allí durmiendo el sueño eterno impasible ante el recuerdo de la guerra civil sino fuera porque desde hace tres años está perdiendo carburante. Los pescadores de la zona dieron la alarma por el olor a petróleo. En estos tres años se ha inspeccionado la zona, vigilado el vertido y buceado en los archivos para descifrar el misterio. Y ahora, una vez definido el nombre del problema, Woodford y sus 1.000 m3 de fuel ligero, Salvamento Marítimo inicia las labores de recuperación del combustible para evitar la contaminación del Parque Natural de las islas Columbretes a 27 km…… Un trabajo que se prevé terminará en un par de meses máximo, dependiendo de las condiciones del tiempo. A tan sólo una semana del comienzo del operativo  se ha conseguido extraer «200 m3 de combustible», explica Juan Luis Pedrosa, director de Salvamento Marítimo.

Por primera vez, Salvamento Marítimo realiza este tipo de labor y lo hace mediante una técnica de buceo en saturación para salvar los 80 metros de profundidad que separan el buque de la superficie. Durante las operaciones de inspección se hizo una prueba de buceo con campana húmeda, pero la presión limitaba el tiempo de trabajo de los buzos a escasos minutos. La campana es un dispositivo sumergible, casi como un traje con una burbuja respiratoria que mantiene sólo parte del cuerpo de los buceadores en seco. Con estas labores se midió el espesor de las paredes del barco y se determinó el volumen de combustible a extraer: «Para la descompresión, el buzo tiene que parar cada diez metros cuando sube; se pierde  entre seis y diez horas en el proceso. El volumen de combustible se calcula introduciendo un tubo en los tanques que indican los planos para ver cuándo deja de salir líquido y es una aproximación. Al principio se pensó en tapar los escapes pero la corrosión siempre va a más», explica Pedrosa.

Sobre la superficie del buque Clara Campoamor se ha instalado un complejo de saturación, es decir un pequeño habitáculo o cámara hiperbárica para cuatro buzos que recrea la presión de los 80 m de profundidad. Aquí pueden permanecer hasta 28 día sin tener que someterse a la despresurización cada día. En turnos de dos personas cada ocho horas, los submarinistas ocupan la campana seca que se sumerge hasta la profundidad del Woodford. Una vez situados frente a los tanques, los buzos abandonan su refugio y realizan los trabajos de extracción.

«Hot tapping» En las labores de inspección se comprobó que el grosor de la chapa no fuera menor a 5 mm  para operar sin peligro de roturas. El hot tap consiste en saldar una arandela muy grande a la superficie y ajustar una llave de paso. Encima hay un taladro que cuando se inicia la maniobra de extracción agujerea la superficie. El petróleo sale a la tubería de bombeo sin vertidos. Una vez instaladas las válvulas y las mangueras de aspiración, el hidrocarburo pasará a los tanques del Clara Campoamor y de aquí a tierra. Una vez en tierra, a los buzos les esperan cuatro o cinco días de descompresión y el combustible «o se venderá o se reutilizará en nuestros barcos», explica Pedrosa.

El «hot tapping» se ha utilizado en innumerables ocasiones, desde la más reciente en el Costa Concordia, ahora convertido en atracción turística, hasta otras más conocidas como el Prestige, con grandes diferencias entre unas y otras, debido a la profundidad, el estado del barco y el tipo de combustible. En este caso, la profundidad ha hecho necesario el empleo de una cámara seca, que puede operar hasta los 200 m de profundidad, y en el Prestige se diseñaron unos robots por control remoto para que realizaran esta tarea, ya que la profundidad de 3.850 metros impedía el trabajo de los buzos.

La empresa holandesa que llevó a cabo la extracción del Costa Concordia, la compañía Smit, utilizó en 2008 la misma técnica para extraer el combustible del Haven, una nave que se hundió en 1980 frente a las costas genovesas a 75 metros de profundidad: «En aquel caso, el Gobierno italiano pagó alrededor de cinco millones de euros por contratar a Smit», explican fuentes de Smit Salvage. En el caso del Woodford, Salvamento Marítimo ha optado por no contratar a ninguna empresa y usar la campana seca recientemente adquirida: «Nos la entregaron en julio y ya había sido adquirida por el anterior equipo. Nosotros la hemos completado con el complejo de saturación. Es complicado valorar el coste pero es sin duda más barato que contratar a cualquier operador y puede ayudar a recuperar tripulación en otros casos de pesqueros hundidos, etc.», termina Pedrosa.

Una bomba submarina mundial El 7 de diciembre de 1941, el ataque nipón a  Pearl Harbour supuso la entrada americana en la II Guerra Mundial y convirtieron a las islas del Pacífico en el escenario asiático de la guerra y en cementerio de  buques hundidos. Sólo en Chuuk Lagoon, en los Estados Federales de Micronesia, hay más de 60 naves japonesas en 74 km2. Según datos del Programa Regional del Pacífico para el Medio Ambiente (Sprep): «en unos 10-15 años el metal de los cascos de estos barcos podrían quedar totalmente corroídos» y sin embargo: «se han llevado muy pocas labores de extracción de combustible en el Pacífico. El equipo de Salvamento Marítimo australiano (AMSA) y otros colaboradores hicimos una evaluación de riesgos pero todavía no se han hecho operaciones en la zona», confirma Trevor Gilbert, antiguo miembro de AMSA. En 2005 Gilbert y su equipo presentaron la primera base de datos sobre naufragios durante la Conferencia Internacional de Derrames de Crudo. Los datos, recopilados de varias fuentes como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica Americana o el Sprep entre otras, hablan de 8.569 buques hundidos en todo el mundo potencialmente contaminantes y entre 2,5 y 20 millones de toneladas de hidrocarburos escondidos en naufragios. De éstos la tercera parte son sólo de los seis años que duró la II Guerra Mundial. Según datos del Comité de Medio Ambiente, Agricultura y asuntos locales y regionales del Consejo de Europa, el 25 por ciento de dichos naufragios, se encuentran en la zona del Atlántico norte y en el Mediterráneo, el cuatro.

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