Cuando uno llega a Oropesa del Mar y entra por la calle Laura de Cervelló se alegra al ver que la localidad está bien custodiada, dos edificios que parecen fortalezas surgen al encuentro, y provocan un ooooh.  El primero, un majestuoso edificio contemporáneo acristalado con funciones de Ayuntamiento y el segundo, una obra milenaria en  reconstrucción.

El Ayuntamiento pareciera rodeado de aquellas antiguas murallas medievales que servían para defenderse de los ataques y cubrir la retaguardia de los habitantes. Si bien resulta curiosa la comparación con la baja edad media, lo cierto es que hay suele haber una flota alineada de coches policiales que corre paralela a la calle.

Pero si hablamos de cultura, Oropesa es mucho más que dos edificios con aire de grandeza, hay un puerto deportivo, varios kilómetros de playa, algunos de ellos de una belleza sobresaliente, torres medievales, un pabellón deportivo, una pequeña biblioteca, dos museos, un espai cultural, 3 capillas, 1 iglesia, etc.

Todo ello configura un patrimonio envidiable, teniendo en cuenta que la localidad roza arriba y abajo la franja de los 10.000 habitantes. Si a eso sumamos los más de 100.000 turistas y residentes temporales que vienen, podemos hablar de un auténtico movimiento de masas. Eso sí, concentrado en las estaciones dónde aprieta el sol.

Lo cierto, es que Oropesa mira hacia el futuro, citando palabras textuales de Secundino Claret “la prosperidad obliga a tomar decisiones por el bien común”, palabras que fueron extraídas tras el derrumbe del antiguo edificio del ayuntamiento el pasado 30 de noviembre de 2015 en el que se quiere levantar un moderno centro cultural con biblioteca y centro para reuniones de las asociaciones, entre otros usos, palabras que nos recuerdan “que no hay que ser nostálgicos”, entre muchas razones porque “no hay que olvidar que por encima de todo está el progreso de nuestro pueblo”.

Alto. ¿Progreso de nuestro pueblo? He aquí unas palabras que hay que mirar con lupa. Me centraré en lo cultural. Bien ¿qué entendemos por progreso? ¿Quiénes entienden progreso cómo derrumbar un edificio y levantar otro? ¿Por qué otorgamos a esos nuevos edificios levantados o reconstruidos una funcionalidad? Muy sencillo, porque la tienen, de qué serviría traer progreso sin uso.

Por supuesto, porque de no hacerlo, no tendría sentido gastar millones de euros. Y para darles funcionalidad, hay que tener un buen equipo gestor, un espíritu de funcionalidad, que esos centros sean aprovechados. Para eso hace falta un pueblo entregado, cifras de visitantes, de préstamos bibliotecarios, de socios, de venta de tickets, de actos… hay que llenar esos espacios de vida, eso es hacerlos funcionales. Pero, ¿eso se hace en Oropesa del Mar, concretamente en esos edificios que hemos citado?

A día de hoy, han pasado ya más de 4 meses, y ni siquiera se ha empezado a poner una piedra en el edificio dónde irá la nueva Biblioteca. El espai cultural no tiene programación propia como la que pudiera tener el Teatre de Benicàssim. El castillo se está restaurando, sí, pero con muchos años de retraso, cómo si el peso de un apasionante pasado no tuviera tanta importanca. La torre del Rei no se aprovecha, faltan esos guías para hacer visitas, esos espacios para hacer exposiciones, poner escudos, blasones, tapices. No hay esa sala de cine que proyecte películas a 3€ como en Benicassim los fines de semana. Ese teatro que haga las delicias de los pequeños y que traiga actuaciones teatrales un par de veces al mes. Los cuentacuentos en las Bibliotecas. Los espectáculos de magia, de circo, de títeres fuera de las actividades turísticas. Las charlas y debates. Las exposiciones en las galerías de arte. Los conciertos de música. El baile. La recuperación de la calle y las plazas. En resumen, falta la mitad de lo que da sentido a la vida. Aquello que decía el poeta de “dame pan pero dame también un libro”.

Falta todo eso, porque lo público (y lo privado) no conectan con ese sentido de la vida. Los pulmones de un pueblo, precisan esos aire de cultura. Por eso, cuando uno entra a Oropesa del Mar y ve edificios, muchos de ellos con poco uso o cerrados, no entiende para qué sirven, aunque en ellos aparezca en una solemne placa, el nombre del mismo.

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